LOS PÚBLICOS SON LOS QUE DICEN COMO SOMOS



 
La imagen corporativa adquiere cada vez un valor mayor en el mundo empresarial. Pero, no es el único concepto a tener en cuenta. La reputación corporativa es muy importante, ya que junto a la imagen, es uno de tantos elementos que ayudan a las organizaciones a encontrar un sitio único dentro del entorno a través de los stakeholders.

Para contar con este espacio ideal, la imagen corporativa debe estar siempre acompañada de la reputación. Con la alianza de estos dos conceptos, la opinión que se genera se mantendrá más fuerte y sólida. Además,  se obtendrá una percepción determinada por parte de los públicos de la compañía.

Pero, ¿Qué diferencias hay entre los dos términos?

Bien, cuando hablamos de imagen corporativa, nos referimos a la representación de nuestra organización mediante nuestro logotipo o medios visuales y la actitud que mostramos a través de ella en relación a los valores que queremos representar, y por tanto, a la percepción que tienen nuestros clientes sobre ella.

Pero, si no queremos que nuestra imagen se quede en palabras, tendremos que proyectar nuestra identidad corporativa generando un valor diferencial. Este valor a largo plazo, se conoce como la reputación corporativa.

Este valor añadido, lo debemos llevar a cabo a través de un comportamiento y unas acciones institucionales y personales determinadas. Debemos poner en práctica todo aquello que hemos definido en la imagen corporativa mediante un plan estratégico.

Del mismo modo que la imagen corporativa, este segundo término, también se refiere al reconocimiento que los stakeholders de una compañía hacen del comportamiento corporativo de la misma a partir del grado de cumplimiento de sus compromisos con relación a sus clientes, empleados, accionistas y con la comunidad en general.

Hoy en día, hay que tener en cuenta, que las organizaciones, son cada vez más lo que sus públicos dicen que son y  dejan de ser lo que sus acciones y campañas publicitarias dicen de ellas. Por tanto, trabajar en la gestión de intangibles a largo plazo se traducirá en una reputación muy positiva para nuestros públicos.

Eso sí, hay que saber determinar que es aquello que queremos reflejar para que realmente las conclusiones de nuestros clientes sean positivas y beneficiosas para nosotros.


GIRONÉS REVERT, MARÍA



Fuentes
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